domingo, 7 de agosto de 2011

Paradojas


Cascada.  Eschel

Una de las áreas filosóficas más divertidas y entretenidas es, sin lugar a dudas, la lógica. No sólo porque a menudo nos puede llevar a consecuencias que a primera vista nos pueden parecer irracionales, sino fundamentalmente por la aspiración a ser un conocimiento bien elaborado. Todos, nos guste o no la filosofía, aspiramos a ser lógicos, y disfrutamos en mayor o menor medida con los juegos lógicos. El problema de estos es precisamente que algunos nos conducen a situaciones paradójicas que no se pueden solucionar
. Para quien tenga interés en el tema, a continuación cinco de los más conocidos:

  1. Las paradojas de Zenón de Elea, relativas al movimiento: ¿Cómo explicar el movimiento que es continúo a partir de la suma de momentos discretos?
  2. Paradoja del mentiroso: ¿Qué valor de verdad tiene la proposición “esta proposición es falsa”?
  3. Paradoja de Russell: ¿Puede existir el conjunto de todos los conjuntos que no pertenecen a sí mismo?
  4. Juego de la caja de Newcomb: ¿Es posible engañar a una inteligencia capaz de adivinar lo que vamos a escoger?
  5. Paradoja de Arrow: es imposible elegir de una manera democrática, racional y eficaz.


Cascada de Eschel. Eschel era un amante de las paradojas. En este grabado utiliza la ambigüedad de la representación bidimensional para ofrecernos un ejemplo de movimiento perpetuo. La inspiración le vino por la lectura del artículo de R. Penrose en el que habla del tribar una figura triangular tridimensional imposible.

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