sábado, 6 de agosto de 2011

¿Qué leer?



Elegir libros es seleccionar encuentros, pero también ir cerrando puertas, rechazar personajes, perspectivas y ensayos.

 Hay, por supuesto, un coste de la oportunidad literaria: cada vez que escogemos un libro estamos renunciando con ello a otros cientos de miles.

 Nuestro tiempo es irremediablemente finito: nadie puede leerlo todo, y quizás tampoco sea deseable o saludable intentar hacerlo.

Cada lector ha de ir trazando su propio camino, de la misma forma que cada viajero busca sus propios destinos con arreglo a criterios bien distintos. Porque tan imposible es conocer el mundo por completo como haber leído las obras más importantes de la historia del escribir humano.

Hace tiempo escuché que no había que “perder el tiempo” con la lectura de cualquier obra escrita en los últimos 50 años. Puestos a invertir parte de nuestra vida en la aventura literaria, los clásicos eran un valor seguro y dado que a estas alturas de historia hay ya un número más que significativo de títulos y autores, no merece la pena arriesgarse a leer literatura escrita hoy. Y no porque sea de peor calidad, sino por un motivo distinto: cualquier texto clásico ha superado “el juicio del tiempo”, mientras que los libros actuales no cuentan con el suficiente “poso histórico”

Una opinión: Si todos tuviéramos en cuenta  este criterio dejarían de existir los clásicos. Por una sencilla razón: si todos dejamos de leer libros actuales por el “riesgo” que suponen, nadie escribiría. Más aún: todos los libros clásicos han sido “novedades” en su tiempo. El presente en el que se escribieron les dio una oportunidad y la posteridad fue salvando el libro del silencio más absoluto. La categoría de “clásico”, en definitiva, no deja de ser histórica. Es probable que cualquier título escrito por los griegos haya superado el juicio de mucho más lectores que los libros que se pueden comprar en la feria de Madrid. Sin embargo, eso no quiere decir que la gente deba abstenerse de acudir a la feria o a su librería habitual, y “arriesgarse” con la literatura contemporánea. El consejo de centrarnos en los clásicos es conservador y juega a caballo seguro. Pero es también parasitaria del “trabajo” que realizan millones de lectores filtrando y criticando toda la producción literaria de nuestro tiempo. Tarea de filtrado, por cierto, que no siempre coincide con la realizada por “expertos

 ¿Qué criterio seguir entonces para leer? ¿Los más vendidos? ¿Los recomendados por las revistas? ¿Los clásicos? Hay muchas maneras de “orientarse”

Mis libros del último mes:

“El sueño de África” de Javier Reverte (*****)

“Si tu me dices ven lo dejo todo… pero dime ven” de Albert Espinosa (*****)

No hay comentarios:

Publicar un comentario