Una del Montón
Soy la que soy.
Casualidad inconcebible
como todas las casualidades.
Otros antepasados
podían haber sido los míos.
y yo habría abandonado
otro nido,
o me habría arrastrado cubierta de escamas
de debajo de algún árbol.
En el vestuario de la naturaleza
hay muchos trajes.
Trajes de gaviota, de araña, de ratón de monte.
Cada uno hecho a medida,
se lleva dócilmente
hasta que se hace tiras.
Yo tampoco he elegido,
pero no me quejo.
Pude haber sido alguien
mucho menos individuo.
Parte de un banco de peces, de un hormiguero, de un enjambre,
partícula del paisaje sacudida por el viento.
Alguien mucho menos feliz,
criado por un abrigo de pieles
o para una mesa navideña,
algo que se mueve bajo el cristal de un microscopio.
Árbol clavado en la tierra,
al que se aproxima un incendio.
Hierba arrodillada
por el correr de incomprensibles sucesos.
Un tipo de mala estrella
que para otros brilla.
¿Y si despertara miedo en la gente,
o sólo asco,
o sólo compasión?
¿Y si hubiera nacido
no en la tribu debida
y se cerraran ante mí los caminos?
El destino, hasta ahora,
ha sido benévolo conmigo.
Pudo no haberme sido dado
recordar los buenos momentos.
Se me pudo haber privado
de la tendencia a comparar.
Pude haber sido yo misma, pero sin que me sorprendiera,
lo que habría significado
ser alguien completamente diferente.
Wislawa Szymborska nació en el 2 de julio de 1.923 en
Prowent-Bnin, hoy parte de Kornik, cerca de Poznan. Desde 1932 vive en
Cracovia. Durante la guerra siguió cursos clandestinos de literatura polaca y
sociología en la
Universidad Jagielona , mientras trabajaba como empleada de
correos. Debutó como poeta en 1945 con el poema Busco palabra. En España, y a
raíz de la obtención del premio Nobel de Literatura en 1.996, se publica una
antología de su poesía “Paisaje con grano de arena”.
Desde la intimidad y esperando a la muerte nos habla del Tiempo, de
Describe lo cotidiano haciendo de ello una revisión de valores,
valores tan al parecer desusados en nuestro mundo, (nada ni nadie parecen
ya tener valor...a menudo…).
Una poesía con mayúsculas, clara, concisa, irónica e incisiva. En ella y en su obra habita la poesía de verdad, la única a la que deberíamos darle este nombre. Una enumeración de verdades. Como un monólogo interior que sale al exterior buscando un interlocutor, te hace sentirte en dialogo con ella misma ante sus preguntas. Casi al final de su vida y sin embargo sigue expresando “el no saber”, y “el instante”, como algo que nos gustaría que durase aún más.
No cae en la facilidad de lo efímero, ni en el pesimismo, ni en la tristeza, rescata todo ello con una Fe militante en el alma. La vida no está llena de verdades absolutas, cada uno llevamos nuestro traje de piel (el que nos corresponda), pero podríamos llevar otro cualquiera.
Si buscáis un trocito de
alma y colores cotidianos pero en su estado puro, Szymborska es.
"Cuando pronuncio la palabra
Futuro,
la primera sílaba pertenece ya al
pasado.
Cuando pronuncio la palabra Silencio
lo destruyo.
Cuando pronuncio la palabra Nada
creo algo que no cabe en ninguna
no-existencia"
(W,S)
A algunos les gusta la poesía
ResponderEliminarA algunos,
es decir, no a todos.
Ni siquiera a los más, sino a los menos.
Sin contar las escuelas, donde es obligatoria,
y a los mismos poetas,
serán dos de cada mil personas.
Les gusta,
como también les gusta la sopa de fideos,
como les gustan los cumplidos y el color azul,
como les gusta la vieja bufanda,
como les gusta salirse con la suya,
como les gusta acariciar al perro.
La poesía,
pero qué es la poesía.
Más de una insegura respuesta
se ha dado a esta pregunta.
Y yo no sé, y sigo sin saber, y a esto me aferro
como a un oportuno pasamanos. (w)