La
situación del mercado laboral en España, con esas tasas enloquecidas de paro,
genera mucho interés hacia la movilidad geográfica. Trasladarse a
trabajar dentro de la
Unión Europea es fácil: no hay papeleos de por medio y
el European Job Mobility Portal contiene toda
la información necesaria, tanto del mercado laboral en cada país,
como de aspectos prácticos como el alojamiento, los impuestos o
el sistema sanitario. Sin duda, es una situación envidiable, si
se compara con la de cualquier otra región del mundo. La verdadera dificultad
es tener un mínimo dominio del idioma local para plantearte
el traslado a otro país de Europa.
Se
estima que hacen falta 600 horas para aprender un idioma y ser competente a
nivel profesional. Vivir fuera es la mejor forma de acelerar ese proceso sobre
todo si ya partes de un nivel básico o intermedio. La experiencia en el extranjero tiene muchas
otras ventajas y una de las más importantes es que ayuda a potenciar la
creatividad, un bien altamente valorado en la actualidad por las empresas como
generador de innovación. Esa mejora de la creatividad tiene mucho que ver con
la apertura y adaptación a nuevos patrones culturales y de comportamiento y
muestra una correlación
fuerte con el aprendizaje del idioma,
así que no vale con ser un ”expatriado paracaidista” aislado de la realidad
local.
El
reverso oscuro de los beneficios de vivir en el extranjero es que no es tan
sencillo tener una CARRERA, y no simplemente un trabajo. Hay toda una literatura
de investigación sobre la correlación entre acento extranjero y estereotipos.
Así por ejemplo se ha demostrado cómo afecta a la calidad del servicio
percibido en los call center: un mismo nivel de respuesta es percibido mejor o
peor en función del acento de la persona que atiende la llamada. También afecta en los procesos de selección
(por ejemplo, un acento francés funciona mejor que uno japonés). Y no todo es una cuestión de prejuicios por
asociación entre acento y origen cultural o étnico. Además hay efectos
cognitivos: nos cuesta más esfuerzo entender a una persona extranjera y esa
dificultad añadida se traduce en una pérdida de confianza en el interlocutor
(dudamos de la exactitud de su mensaje) y por lo tanto en su competencia
profesional percibida.
Tener
que desenvolverte profesionalmente en otro idioma merma sin duda tus
capacidades profesionales. Eso lo sabe cualquiera que por motivos de trabajo
tenga que utilizar el inglés. Pierdes soltura, rapidez, precisión… Pareces más
torpe, en definitiva. Y en situaciones
profesionales que tenga carga emocional, como una negociación, una discusión
sobre un tema controvertido o
simplemente una situación de estrés, las
limitaciones son aún más manifiestas.
Con o sin experiencia directa en el extranjero,
cada vez más nuestras carreras profesionales requerirán interacciones en otro
idioma, en particular en inglés. Es un efecto inevitable de la
internacionalización de todas las empresas. Por ello, la gestión de entornos de
trabajo multilingues es un componente inevitable de la diversidad
multicultural. Y sin embargo, poca atención le prestamos todavía
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