Fotografía de Erik Johansson |
Llegamos
con retraso, pero precisamente por este motivo estamos a tiempo de no llegar
mal.
En
los años 80, se produjo un cambio de escala en las palancas de competitividad
y empleo de las economías desarrolladas, y fue Estados Unidos el primer país en
atisbar el nuevo paradigma. De hecho, ya en el cambio de década, los trabajos
de D. Birch pusieron de relieve que, contrariamente a lo que
se venía creyendo, no eran las grandes corporaciones las que más
impulsaban el empleo, sino la empresa incipiente. En
particular, la conclusión a la que llegó este investigador del MIT fue
que el 80% de los puestos de trabajo que se creaban entonces
debían atribuirse a PYMEs que no alcanzaban los cuatro años de
antigüedad.
A
la luz de estos resultados, el gobierno federal incrementó considerablemente su
apoyo a la formación y expansión de start-ups, creando unos
instrumentos financieros que, junto al capital privado, han hecho posible el
desarrollo de tecnologías como el GPS, Internet o el Wi-Fi. Recientemente,
un estudio de la
Fundación Kauffman ha corroborado ese papel estratégico
que ha tenido la iniciativa empresarial en Estados Unidos al concluir
que las empresas de reciente constitución están detrás de todo el empleo
neto creado en las últimas décadas, lo cual no deja de ser una constatación de
que la cultura del entrepreneurship ha ganado terreno durante
ese tiempo a la del management.
No son las grandes corporaciones las que más impulsan el empleo,
sino la empresa incipiente. El 80% de los puestos de trabajo que se crean
debían atribuirse a PYMES
Esta
forma de entender el mundo de la empresa es un valioso intangible puesto que
los emprendedores tienen incentivos para ampliar la frontera de posibilidades
de producción mientras que los directivos, más inclinados hacia la eficiencia,
los tienen para operar dentro de ella –el éxito económico de Silicon Valley
e Israel, los dos mejores ecosistemas para el emprendimiento a nivel mundial,
son prueba de ello. España, país donde tradicionalmente no se ha sabido
valorar el potencial de la pequeña escala empresarial, también ha
empezado a dar importantes pasos en esa dirección.
El
Ministerio de Industria ha identificado, entre públicas y privadas, más
de 2.500 plataformas dedicadas a la promoción del emprendimiento. Sin
embargo, y pese a esta inflación de apoyos, la estrategia no está
funcionando, como lo demuestra la vacilante marcha hacia la recuperación
económica y, sobre todo, la cifra de cinco millones de parados. Y es que estos
mecanismos ni han evitado la caída de la natalidad empresarial -más de un 40%
desde 2007- ni han propiciado que las empresas creadas, salvo alguna notable
excepción, posean proyección suficiente para acelerar la transición hacia una
nueva orientación productiva.
El
porqué de la ausencia de resultados hay que encontrarlo en la forma en que se
ha implementado. Mientras que en Estados Unidos –dando un renovado impulso a la
política de apoyo al emprendimiento- se ha lanzado Start-up America,
siguiendo la experiencia chilena, un gran programa de colaboración
público-privada entre el gobierno federal y las grandes empresas del país para
canalizar y coordinar los esfuerzos dirigidos a los emprendedores, en
España ha faltado orquestación entre administraciones y no se ha
explorado lo suficiente la posibilidad de establecer alianzas
estratégicas con los puntales del tejido empresarial.
Hoy, más de 2.500 plataformas están dedicadas a la promoción del
emprendimiento. Sin embargo, y pese a esta inflación de apoyos, la estrategia
no está funcionando
Si
se corrigieran estas deficiencias a buen seguro que las actuaciones realizadas
acabarían teniendo el efecto multiplicador pretendido sobre el empleo y la
innovación. El difícil panorama financiero impone a la administración más
ajustes presupuestarios, pero el establecimiento de puentes de colaboración con
el sector privado, unido a una mayor coordinación entre instituciones,
permitiría al gobierno que saliese de las elecciones del 20N seguir avanzando
en el cambio de escala a través del apoyo a los emprendedores sin
necesidad de incrementar los recursos públicos que ya se destinan a este fin y,
desde luego, con mejores resultados.
España
necesita más iniciativa empresarial,
especialmente en sectores que, por ser intensivos en tecnología y conocimiento,
tienen más recorrido, para que no volvamos a confundir, como durante el boom
inmobiliario, progresar con crecer. Para que haya verdadero progreso el
emprendimiento de alto potencial debe ocupar su lugar como motor de la
economía, de igual forma que la cultura del esfuerzo y el talento debe
sustituir a la de la especulación y el subsidio. España necesita un
plan España Emprende, un auténtico Start-up Spain, y cuanto antes lo tenga
mejor.
* Este artículo está firmado y respaldado por un grupo de
emprendedores que defiende la creación de un plan para el fomento del
emprendimiento y la creación de nuevas empresas. Iñaki Ortega (Profesor URJC), Javier Santiso (Profesor ESADE), Zaryn
Dentzel (Emprendedor Tuenti), Gustavo García (Emprendedor
Buyvip), Iñaki Arrola (Business Angel y
Chamberi Valley), Luis Rivera (Emprendedor
Tetuan Valley) y Marek Fodor (Business Angel y
Seedrocket).
Puedes
usar el hashtag #EspañaEmprende para
mostrar tu apoyo y suscribir la propuesta en Actuable.
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