En
este fin de semana tuvo lugar una cumbre importante de Ministros de Justicia e
Interior en Luxemburgo, quizás eclipsada por otros acontecimientos tales como
el rescate de la banca española desde la CE. Fue en este encuentro donde el ministro de
Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón (en la foto con Viviane Reading, comisaria de
Justicia) se opuso ante sus homólogos
europeos a que las comunicaciones entre abogado y cliente puedan ser intervenidas
por la Policía ,
Fiscalía u otras autoridades sin autorización judicial. Esta posibilidad,
incluida en una directiva sobre asistencia letrada discutida en Luxemburgo, no solo es contraria a lo que
establece la ley en España sino que puede “incluso vulnerar derechos
fundamentales”, argumentó Alberto Ruiz-Gallardón.
El
ministro condicionó su voto favorable a una declaración expresa de la Comisión Europea
con la postura de España, en la que se compromete a solicitar que el Parlamento
estudie la modificación del texto durante su tramitación en los próximos meses.
Así, la Comisión
suscribió que “el proyecto no garantiza la total protección de los derechos
fundamentales en un proceso penal” y apoya la tesis española de que “cualquier
intervención o merma de un derecho fundamental exija una autorización
judicial”. A esta declaración se ha sumado también la delegación italiana.
Ruiz-Gallardón
explicó durante su intervención en el Consejo de Ministros de Justicia e
Interior que España rechaza la propuesta inicial sobre la asistencia letrada en
los procedimientos penales porque prevé permitir la intervención de las
comunicaciones entre abogado y cliente a “otra autoridad competente”, como
pueden ser la Policía
o la Fiscalía ,
sin una autorización judicial previa.
En
este sentido, el ministro de Justicia español hizo hincapié en que “cualquier progreso que la Unión Europea sea
capaz de hacer” debe mantener el equilibrio “que distingue a Europa como un
espacio de libertad, de seguridad y justicia, en donde la investigación del
delito se acompaña de un repertorio de garantías suficientes para el individuo,
las cuales quedan protegidas, en última instancia, por la tutela judicial”.
Ante
sus homólogos europeos sostuvo que el texto estudiado “no se acomoda
suficientemente a los requerimientos del ordenamiento” español, e “incluso
podría vulnerar derechos fundamentales”, en referencia al de defensa y al
secreto de comunicaciones con el letrado que asume la representación procesal.
Beneficios económicos para pymes españolas
El
ministro de Justicia defendió también
ante sus homólogos europeos la necesidad de impulsar una normativa común
europea de compraventa, al considerar que será un instrumento jurídico que
ayudará a nuestras pequeñas y medianas empresas a la hora de firmar contratos
en otros países europeos. De hecho es Paskhevi Michou, Directora General de
Justicia de la UE ,
quién ha defendido esta tesis de la normativa común en materia de compraventa
en la entrevista que concedió a nuestro medio.
En
el último Consejo de Ministros de Justicia e Interior celebrado bajo
presidencia danesa, Ruiz-Gallardón ha abogado por la necesidad de desbloquear
las negociaciones entre los países miembros para que la Unión Europea cuente
con un contrato de compraventa, que también tenga validez sobre contenidos
digitales y al que se pueda acudir como vía alternativa a la normativa
existente en cada Estado miembro.
Cuando
las empresas firmantes pertenezcan a distintos países podrán utilizar este
mecanismo de forma voluntaria. Con él se impulsará la actividad económica, al
rebajar los costes de transacción, lo que mejorará la competitividad y la
exportación de los servicios y productos de las empresas españolas. Además,
abaratará los precios que tengan que pagar los consumidores, pero sin ver
reducidos sus derechos.
En
relación al Reglamento general de Protección de Datos Personales, de especial
importancia para el Ministerio de Justicia por la trascendencia que puede tener
en la resolución de los casos de niños robados, Ruiz-Gallardón defendió la
necesidad de que la norma traslade los mecanismos de flexibilidad y
especificidad que precisan, por un lado, el sector público, en el contexto de
austeridad al que obligan las circunstancias actuales, y por otro, el privado.
De tal forma que la carga burocrática que conlleve la normativa se adapte a las
necesidades de cada uno de ellos.
Los
ministros de Justicia de la
Unión Europea han estudiado estos días otros asuntos, como el
reglamento relativo al reconocimiento y ejecución de resoluciones judiciales en
materia civil y mercantil y la directiva dirigida al embargo y confiscación de
bienes procedentes de delito.
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