Alguna
vez he comentado que soy seguidora de “La Mitad invisible” un programa de divulgación en
arte. Todo en él está cuidado con mimo: el guión, la música, el diseño, la
temática y hasta el tiempo: que pasa volando. La esencia de este formato es ir
más allá de una obra de arte (cuadro, canción, monumento…) para sumergirse en
esa parte en la que no nos fijamos, a la que no damos importancia, al menos la
primera vez. Se hacen preguntas como en este programa: ¿Qué
leía el doncel de Sigüenza? Un misterio.
Cuando
emprendemos la aventura de montar un negocio propio, la excitación por lo
novedoso del proyecto, quizás la excesiva ambición mal gestionada, y el nulo
estudio del contexto producen que esa mitad visible de nuestra idea se
torne lo contrario, que sean los demás los que se den cuenta de tu error
mientras buceas entre versiones modernas de “El cuento de la lechera”. Pero
ojo, ese misterio que tú no eres capaz de visualizar, quizás sea cazado al
vuelo pero por un entendido en el arte de emprender, cuestión seria.
Algunos
expertos en economía ahora son colaboradores habituales en las tertulias
radiofónicas. En particular me quedo con Santiago Niño.
No por su buen hacer o lo contrario simplemente es una cuestión casual. Me
llama la atención cuando atiende a oyentes que le cuentan que han montado un negocio
o que tienen en mente hacerlo.
El
susodicho emprendedor, cuenta la
mitad visible de su idea. Sobre todo si lleva un año en el mercado, nos pone al
día de cómo le va, cuánto ha invertido, ganado o perdido. Y él, toma aire, deja
un silencio y aconseja. Así, sin más. En ocasiones escuchamos llamadas
surrealistas, negocios que sólo unos cuantos elegidos acudirán a ellos. Dinero
llama a dinero, supongo. Pero otras veces, ladea la cabeza (o al menos yo me lo
imagino así) y en un tono paternalista, le explica al aventurero empresarial
que debería cambiar un par de aspectos.
No
sé en qué se basa. Probablemente con la poca información que le dan tiene
suficiente para emitir un juicio. Tal vez, él sea como los creadores de “La Mitad Invisible ” y
sepa captar mejor que los demás esa parte opaca de la idea donde pervive la
esencia del error que tanto el oyente como el que reclama su
aprobación no distinguimos.
En
el caso del programa se trata de arte, de canciones, de películas, de la
tenacidad del artista, en el del economista se trata de jugar a ser un
visionario y decidir en unos minutos si la canción, perdón, el negocio pasará a
los anales de la Historia
o nuestro emprendedor deberá colgar los pinceles. A mí me infundiría respeto
ofrecer una opinión inclinada al sí o al no en estos tiempos, pero claro: yo no
soy Santiago Niño ni una experta.
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