El
primer paso es definir el mapa del talento de los empleados de una
organización.
El
segundo es averiguar en qué es única la organización.
El
tercero es examinar en qué áreas de conocimiento mis competidores son flojos.
El
cuarto es ilusionar al equipo sobre aquello en lo que podemos ser ganadores.
El
quinto, tener siempre presente que innovar es tener ideas originales que creen
valor de forma sostenible.
El
sexto es no olvidar nunca que aprender antes que los demás es la única ventaja
duradera.
El
séptimo es aceptar los fracasos que pueda soportar y convertirlos en nuevo
conocimiento.
El
octavo es que las metodologías brillantes sin capital intelectual solo hacen
ricos a los consultores.
El
noveno es que hay que querer al diferente.
El
décimo es que las personas innovan, las empresas producen y los gobiernos
reparten la riqueza, por lo que los equipos de gente brillante y que aman la
diversidad nos hacen ricos a todos.
Estas reglas se cierran en una: el capital intelectual es el
activo crítico y la base de todo lo demás. Lo demás, está de mas.
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