viernes, 13 de diciembre de 2013

Mario Cantalapiedra, economista y profesor de la Nebrija Business School y sus reflexiones: “Adaptarse al nuevo paradigma económico” ( Publicado en El Economista y que nos hace llegar amablemente) . Lo compartimos




Ahora que las cifras macroeconómicas de nuestro país parece que empezarán a darnos cierto respiro, y no seré yo el que no me alegre de ello, sobre todo en la medida que las previsiones se vayan confirmando con los datos reales, me preocupa la tendencia que observo en algunas personas a pensar que, una vez pasada la tormenta, regresaremos a la situación previa a la crisis, que las cosas volverán a ser más o menos como eran y que nuestra resistencia habrá merecido la pena, algo que, al fin y al cabo y si lo pensamos fríamente, es muy humano y fácil de entender.

Nos suele dar miedo lo desconocido, la incertidumbre, sobre todo si recordamos con agrado un entorno económico que no es tan lejano en el tiempo, que nos fue más propicio, más agradable y al que muchos desean volver.

Más que sobrevivir, hay que adaptarse

Pero la cuestión a dilucidar no es si queremos o intentamos volver a dicho entorno, la cuestión es si podremos hacerlo, si los buenos tiempos, tal como los conocimos, volverán a ser una realidad por más que nos empeñemos en ello. Hace poco tiempo hablando con un empresario amigo mío, me comentaba como él cree que la gente yerra en un aspecto fundamental al plantear la crisis actual, puesto que la mayoría piensa que se tratar de sobrevivir a ella para que una vez pase, estar posicionados en el mercado y obtener la merecida recompensa a nuestra resistencia.

En su opinión, esta forma de pensar no es correcta ya que aquí no se trata de sobrevivir a una crisis pasajera, sino de adaptarse a un nuevo paradigma, a un modelo nuevo de relaciones económicas distinto al que conocíamos y que ha llegado para quedarse, eso que por ahí algunos denominan un cambio de época. El éxito vendría entonces por saber adaptarse, no tanto por la capacidad de sobrevivir que tenga cada uno.

Lo cierto es que estoy bastante de acuerdo con el modo de pensar del bueno de mi amigo empresario, inclusive se me ocurre que su reflexión se puede extrapolar a todos y cada uno de los ámbitos en los que se subdivide el conjunto de la actividad económica, por ejemplo, al de las relaciones laborales, tan sensible y castigado en nuestro país. En este sentido, el cambio de época puede afectar al modo de entender la actividad laboral del individuo, al concepto de trabajo al que se enfrentará a lo largo de su trayectoria profesional de aquí al futuro, más allá de las reformas legislativas puntuales que intenten paliar las escandalosas cifras de desempleo con las que tenemos que convivir.

Nuevo modelo laboral

Creo que los tiempos en los que en los que la fidelidad del trabajador hacia el empresario era premiada con un puesto de trabajo para toda la vida, con una seguridad laboral, han quedado atrás de un modo general y dudo mucho que vuelvan a ser una realidad, al menos durante un largo período de tiempo.


Si esto es así, el individuo ha de interactuar inteligentemente con el entorno laboral que le va a tocar vivir, potenciando tanto las actitudes como las aptitudes que le harán ser competitivo dentro de él. Si ya no es lógico pensar que los trabajadores se jubilarán en la empresa donde comienzan su carrera laboral, que es muy probable que se tenga que cambiar de compañía con relativa asiduidad, entre otras cosas, porque las propias empresas desaparecerán en tiempos relativamente cortos, como estamos viendo en los últimos tiempos y que, inclusive, en algún momento de la trayectoria profesional del individuo es muy probable que deba recurrir a fórmulas de autoempleo, a generar su propio trabajo en base a sus conocimientos, su experiencia y la red de contactos que haya podido acumular, deberemos adaptarnos a la nueva situación, no nos queda más remedio.

La estrategia de las personas a la hora de planificar su carrera profesional, de formarse a lo largo de los años, en eso que se ha venido en llamar muy acertadamente "formación continua", debe tener muy presente este nuevo entorno.

Es algo que visto con perspectiva da cierto vértigo, lo sé, pero es lo que nos toca vivir. Contaba Platón, en su famoso mito de la caverna, cómo unos hombres, que desde niños vivían encerrados en una caverna donde sólo podían ver proyectadas en la pared las sombras de los que andaban por fuera de ella, al salir y percibir una realidad muy distinta a la que siempre habían conocido, deseaban volver a la caverna donde se sentían protegidos. La clave del problema aquí radica en que es muy posible que ya no exista caverna donde volver y protegerse.


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