domingo, 10 de julio de 2011

Antony and the Johnsons. Just like a woman. Por Pablo Gil


La música fue el santuario donde Antony se refugió para alcanzar su perfecta transformación en la persona que siempre había soñado ser
En una entrevista pueden suceder muchísimas cosas, pero no es común que un interlocutor pida en matrimonio al otro. Claro que Antony tampoco es común, pensarán algunos. Se equivocan. Lejos de parecer ese ser inverosímil o estrafalario que se supone (una mujer con cuerpo de hombre, un niño atrapado en un gigante de lívidas carnes flácidas), Antony transmite un aire de armonía.

Cordial y muy tranquilo, en sus gestos suaves, en la voz sencillamente inigualable que gorjea con dulce parsimonia, en los mohínes de coquetería o al retocarse el rebelde flequillo de su media melena azabache, incluso cuando escarba en las heridas abiertas de una juventud que le cuesta exhibir (su Guerra Mundial particular), siempre transmite naturalidad e, incluso, gracilidad.

A las 10:15, en un hotel de cinco estrellas del centro de Madrid, pide un capuchino y una botella de agua con gas. España era el undécimo país de su viaje por Europa en noviembre de 2008 para promocionar su nuevo trabajo “The Crying Light” (Secretly Canadian-Rough Trade-¡Pop Stock!, 2009), tras la publicación del EP “Another World” (Secretly Canadian, 2008).

Tu tercer álbum se titula “The Crying Light” y en el EP “Another World” escribías tras esa expresión (la luz que llora): “es un santuario que puede guardarme”. Yo lo necesitaba, necesitaba un lugar para mí donde ser libre. Cuando eres un niño, un padre es como un santuario que te cuida hasta que puedes cuidarte por ti mismo. Quizás mi trabajo como adulto es ser un padre para mí mismo y crear un espacio de libertad en mi corazón en el que pueda ser creativo y libre y que sea el hogar de mis emociones; yo me lo imagino como un jardín en el que todo puede crecer.
El verbo crecer (“grow”) es habitual en tus letras. También aparece en la canción “Another World”. Sí, me siento muy conectado con la naturaleza y me asombra cómo ha inventado tanta belleza a lo largo de millones de años. ¡El mundo es tan completo! La naturaleza es la mejor artista para los que somos artistas; nosotros solo jugamos en las sombras de su grandeza creativa. En esa canción hablo de eso y de cómo la echaría en falta si la perdiéramos.
El título de tu nuevo trabajo incluye el verbo llorar, usual en tus letras. Y en el álbum usas las palabras “llorar” y “lágrimas” en la mayoría de las canciones. Llorar es algo natural. Una vez vi una foto de una talla peruana, creo, de un dios que lloraba: sus lágrimas eran la lluvia que daba vida a todas las cosas de la Tierra. Hay algo muy restaurador en ello, no tiene por qué estar relacionado con la tristeza. Se puede llorar de alegría, por misterio, cuando todo es perfecto...
Y en el disco hay emociones variadas. Sí, el llanto es una emoción, significa estar despierto emocionalmente.
¿Te parece importante mantener alerta las emociones? Yo pasé muchos años, cuando era joven, cerrado a las emociones, y me acostumbré a avanzar sin ellas. Las dejaba aflorar en algunos lugares especiales, como en la música o en privado, pero en la vida diaria era muy cerrado, muy tímido. Eso ya no me gusta; ahora siento que, sin romper a llorar por cualquier cosa, es algo que puede limpiarte por dentro. Es como un principio femenino que puede ayudarnos a navegar a través de esta época; estar conectado al núcleo de nuestro corazón es crucial en las decisiones que tomamos. En mi caso, estoy totalmente comprometido con mi corazón (ríe), solo tomo decisiones desde ahí, es más sano para mí y me ayuda mucho más. Ese es el material que siempre estoy explorando con mi música.
 Tu manera de cantar es también muy pasional. ¿Cuánta técnica hay en ello? Bueno, cantar llorando todo el rato es como andar por la cuerda floja siendo un “amateur” (ríe), y yo paso mucho, mucho, mucho miedo (ríe). Cada vez que me subo al escenario siempre pienso: “¡Oh, no, no voy a lograrlo!” (Con voz muy amanerada). Bueno, yo no tengo mucha técnica, nunca he ido a una escuela ni nada. Lo que hago es imitar a mis cantantes favoritos. Lo que hacía, la verdad; ahora ya no pienso mucho en ello.
¿Cuáles son tus cantantes favoritos? Por un lado me encantan los británicos como Liz Fraser, Alison Moyet, Boy George, Kate Bush... Pero sobre todo diría los grandes cantantes norteamericanos, los clásicos: Otis Redding, David Ruffin, Nina Simone, Billie Holiday, esos son los cantantes que me hablan directamente al corazón.
Citas a Nina Simone y Billie Holiday. ¿Cuál es la influencia del cancionero clásico norteamericano en tus composiciones? Al principio fue mucha, especialmente en mi primer disco, pero ahora el proceso de componer es como crear algo nuevo con todas las piezas que voy encontrado por todas partes. Recolecto muy lentamente ideas y esbozos e hilos de ideas y muy despacio las voy uniendo.
¿Es un proceso duro? Fue duro grabar este nuevo disco, muy difícil, porque prefiero hacer las cosas más vivas, de un modo más natural, y una grabación no es un ambiente natural por definición. Te obliga a ser muy consciente de ti mismo al cantar y al componer. Mientras que en la vida normal precisamente debes evitar ser consciente de ti mismo. Me cuesta muchísimo sentirme a gusto cuando grabo. Además, tiendo a ser bastante perfeccionista.

Antony ha grabado tres álbumes y cuatro EPs: casi una cuarentena de canciones en nueve años. De Antony and the Johnsons (Durtro, 2000) se tuvo noticia tras el padrinazgo de Lou Reed y el impacto del segundo, “I Am A Bird Now” (Secretly Canadian, 2005). El tercero, que se balancea entre baladas llorosas, lentas canciones tristes y algunos contrapuntos moderadamente animados, llega con el cantante y compositor convertido en referencia de muy amplio espectro: el público adulto de pop de cámara, la comunidad gay (vertiente torch song pero también disco, Hercules And Love Affair mediante), la gentefashion (compuso un tema para Prada y sus canciones son habituales en desfiles de moda), los indies sensibles y hasta, debe suponerse por la publicidad televisiva, los compradores de colonia Massimo Dutti.
Su música de piano y cuerdas arde en un desgarro continuo, brota como sangre extraída de una piedra y llega a poseer la textura de una eternidad suspendida. Tal profundidad solo se puede explicar por la intensidad emocional que hay detrás de cada frase, de cada interpretación. Trasladando una cita del poeta T.S. Eliot: “La poesía no es dejar libre la emoción, sino una huida de la emoción. La poesía no es una expresión de la personalidad, sino una huida de la personalidad. Pero solo aquellos que tienen personalidad y emociones saben lo que significa huir de tales cosas”.


En 2007 entrevistaste a Björk para la revista ‘Interview’ y había dos preguntas tuyas que me gustaría hacerte (sonríe). ¿Qué pasa por tu mente cuando estás cantando?¿Qué respondió Björk?
Que se sentía en casa. Que se sentía en casa... ¡Oooooohh! (puchero gay). ¡Es tan maravillosa! Jo, que se sentía en casa... Bueno, yo cuando estoy cantando en directo siempre intento atrapar la situación, estar lo más presente posible; me desafío constantemente a estar más despierto y sensible al mundo que me rodea, a escuchar más cuidadosamente. Cuando me entrego, cuando me rindo lo suficiente, usualmente pasa algo mágico en la canción... para mí, siempre todo se orienta a mi disposición para rendirme.
La otra pregunta es: muchos artistas pasan sus vidas perfeccionando o redefiniendo lo que es más familiar para ellos, y tú le decías a Björk que su caso era el contrario. ¿Y el tuyo? ¿Le pregunté eso? (gay total). Pero es totalmente cierto, por eso es increíble estar con ella en un estudio. Es como si construyera una pequeña montaña y entonces cogiera un martillo y la hiciese pedazos y con esos pedazos creara algo. ¡Resulta tan inspirador! Yo debo decir que soy más conservador en ese aspecto, suelo permanecer más cerca de lo que conozco, al menos en términos de vocabulario, de instrumentación. Ella hace una pequeña revolución en cada canción; para mí es una pequeña evolución, todo es más tranquilo, tiene más que ver con dejar que las cosas crezcan lentamente. Mi proceso creativo es como el pelo que crece, como una planta (sonríe); me lleva muchísimo tiempo llegar a un lugar diferente, años.

"Epilepsy Is Dancing" (clip dirigido por The Wachowski Brothers, 2009): sensualidad y ecologismo romántico.
Hijo de un ingeniero y una fotógrafa, segundo de cuatro hermanos, Antony nació en 1971 en Inglaterra, donde pasó la infancia antes de que su familia se mudara primero a Amsterdam y, cuando tenía 10 años, a San José, al sur de San Francisco. A los 19 se instaló en Nueva York para estudiar teatro en la New York University y ya nunca ha vuelto a cambiar de ciudad.

¿Cuándo descubriste la música y cuándo empezó a ser realmente importante en tu vida? Supongo que cuando compré mi primera casete, a los 7 años. Siempre ha estado conmigo. En Inglaterra es normal que los niños se interesen por la música, es parte de la cultura pop. Todos tienen sus grupos favoritos.
¿Los músicos que te gustaban te ayudaron a crear tu propia identidad? (Piensa mucho.) Desde luego hubo iconos, gente que iba cambiando con los años y con la que me iba modelando, musicalmente. Sería como volver a mi lista de cantantes favoritos, sobre los que yo de verdad pasé mucho tiempo pensando. En mi adolescencia escuché mucha música, la escuchaba a todas horas sentado en casa.
¿Crees que ahora podrías ser un icono de ese modo para otras personas? (En falsete) Oh, no creo... Desde luego, no para adolescentes... Es difícil pensar en eso, parece una extraña responsabilidad, ¿no? Si pensara en ello creo que me gustaría poder ser una buena, buena influencia...
¿Cuándo empezaste a hacer tu música? A principios de los noventa solía actuar en “night clubs”, lo hacía con un radiocasete y cintas en las que grababa la música con un teclado. Eran “drag shows” (sonríe indulgente).
¿Cómo pasaste de eso a querer formar un conjunto? Llegó un punto en que sencillamente era “ahora o nunca”. Durante años había sido demasiado tímido... Tímido no es la palabra correcta, en realidad era como si algo me estuviera conteniendo, y nunca me decidía a intentarlo. Me daba miedo arriesgarme, aunque yo siempre había sido un cantante, desde niño, y cantaba cuando actuaba en los “night clubs”; la diferencia fue que decidí por fin intentar colaborar con otros músicos, llevar mi música más allá. Al mismo tiempo, dejé el teatro experimental y abandoné ese componente que hasta entonces acompañaba mi música para concentrarme simplemente en ella. No creo que hubiese tenido mucho futuro en el teatro experimental.
¿Por qué? Se consideraba muy marginal, igual que la gente con la que me encantaba trabajar, mis actores. Éramos vistos como algo demasiado raro; quizás ahora sería diferente, y puede que lo recupere después de este disco.
 Además del teatro experimental, también pintabas y dibujabas. ¿Qué opinas de ti mismo como pintor? No me considero un buen dibujante, claro; es solo un espacio libre en el que puedo hacer cosas sin el peso de las expectativas, de un modo completamente intuitivo, y disfrutar del proceso sin tener que producir nada. Es algo muy privado y satisfactorio, un proceso creativo al que me siento casi atado porque es como curativo.
¿Pintas como cantas? Los dibujos suelen tener en común con mis canciones las mismas preocupaciones y supongo que el proceso es el mismo. Por ejemplo, cojo un montón de revistas y recorto las fotos que más me gustan y las araño, quito lo que no me gusta, las revuelvo o las lavo un poco o las seco junto a un fuego. Básicamente, me pierdo en ese lento proceso de erosión. O tomo fotos de cosas que no me gustan y junto varias piezas para intentar reequilibrar la imagen... Es un poco como soñar despierto.
Dices que hay algo curativo en ello. ¿La música es igual? Sí. Por alguna razón, cuando me pongo a trabajar la idea del gesto creativo, para mí... es casi como estar casado; sencillamente adoro alimentar, o alimentarme a mí mismo, o intentar superar las cosas... Es muy simple: para mí la expresión creativa es virtualmente el lugar donde crezco psicológicamente, donde soy libre, como una ensoñación en la que se produce mi transformación, un lugar elevado que ayuda a que las cosas sean más radiantes, donde pueden cambiar en algo mejor. Cuando era un chico que escuchaba música, siempre fue el lugar al que acudí en busca de alivio, de liberación, donde fui a buscar mi alegría; siempre he encontrado mi alegría en la música, o mi sentido de estar conectado.
¿Conectado con otras personas como tú? Conectado con todo lo que me rodea. (Silencio prolongado). Sí, para romper con los sentimientos de marginación, de alienación, para sentirme una parte del mundo.
  
Es muy habitual que se describa tu música y a ti mismo como andrógino, probablemente de manera errónea. ¿Qué opinas tú de ello? Yo me identifico como una persona transgénero, no me considero un hombre normal. Así que, no sé, no sé por qué tendría que ser un error. ¿Andrógino...? Bueno, creo que la idea de la gente de lo que significa ser andrógino es un poco diferente de la mía y de mi experiencia... ¿pero por qué piensas que es un error?
Porque la forma que tienes de componer y de interpretar y comunicar parece sencillamente propia de una mujer. Lo que hay detrás de tu música es la voz de una mujer, y eso no es nada andrógino. Oh, eso es precioso... ¿Tú estás casado?
Sí. Si no lo estuvieras, te pediría que te casaras conmigo... (Ríe). ¡Ohhh (megafalsete), es lo más bonito que me han dicho en una entrevista! Gracias, de verdad, no sé, no tengo una respuesta, pero es muy emocionante. (Al final de la entrevista, Antony insistió en pedir jocosamente mi mano y al final de la jornada madrileña, asegura el encargado de la promoción, seguía comentando lo importante que había sido este comentario).
Cambio de tema. Aparecen muchos animales en tus letras, ¿es un recurso meramente simbólico o significa algo más? Me preocupan mucho los animales en peligro de extinción. Habitualmente lees que quedan solo treinta de esta especie o doscientos de esta otra, y nosotros somos seis mil quinientos millones de personas. Realmente increíble eso me hace pensar, ¿cómo podemos pasarnos todo el tiempo creyendo constantemente que nuestras vidas son mucho más valiosas que el resto del planeta? Estas pequeñas criaturas son algunas de las cosas más hermosas del mundo. No sé, me gustaría participar, dentro de mis posibilidades, en el diálogo sobre los valores. Creo que estamos en esta enorme crisis sin precedentes en la historia de la humanidad y que debemos hacernos cargo del impacto que tenemos sobre el medio ambiente. Todo este disco y muchas de las cosas sobre las que canto responden a la idea de que la Tierra es mi madre y que me alimenta constantemente. Me da vida. De algún modo, en la sociedad moderna existe una especie de religión que ha desarrollado la fantasía de que vivimos separados de la naturaleza.
La presencia de Dios también es una constante habitual en tus letras... Fui educado en la religión católica. Me enseñaron que mi alma es de una constitución diferente del resto de cosas; pero si yo estoy hecho con los mismos elementos de todo lo que me rodea, como árboles u ocelotes o piedras, ¿por qué mi espíritu iba a ser tan diferente? Ya sé que es una idea romántica o abstracta, y no muy original, pero para mí la naturaleza es casi como una diosa. Hay que volver a lo femenino, esa idea me ayuda a sostenerme cuando estoy solo. La idea del dios celestial no me gusta y ya no creo en ella en absoluto. Como una persona transgénero he adquirido mucha confianza en ser capaz de encontrar mis propias respuestas y explicaciones. Pero es algo que se tarda tiempo en conseguir... Me he sentido muy atormentado por toda esa basura católica que aprendí siendo un niño.
Es una cultura muy agresiva. Sí. En un momento dado necesité alejarme de todo eso y crear algo completamente nuevo, una mitología en la que Jesucristo nace de nuevo como una chica y rinde culto a lo femenino, frente al arquetipo del varón como dominador y controlador, el hombre que juega a ser Dios omnipresente, algo que ha quedado demostrado que es un completo error. Yo veo la existencia de un modo circular, sueño con un lugar en el que todo es circular, un lugar seguro donde el misterio de la creación es más importante, que es una aportación de la feminidad porque la visión masculina no sirve para nada salvo para las cosas que ya comprende. Por eso pienso que hay que amar a los hombres y recuperarlos, incluido yo, devolverlos al culto a lo femenino, a todo lo que tiene el niño dentro: lo intuitivo, lo creativo, lo mágico... bailar, cantar, las cosas misteriosas, las que nos pueden sostener. El cerebro está loco, nunca me va a llevar a los lugares maravillosos a los que necesito ir. 

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